Hogares unipersonales, envejecimiento de la población y baja natalidad: los tres cambios más relevantes que mostró el Censo 2024
Uno de los principales aspectos que mostraron las cifras es el crecimiento constante del índice de envejecimiento entre la población, donde el número de personas sobre 65 años ya empieza a equipararse con los menores de 14 años.

El Instituto Nacional de Estadísticas (INE) dio a conocer los primeros resultados del Censo de Población y Vivienda 2024, el cual arrojó que un total de 18.480.432 personas fueron censadas en Chile.
Uno de los principales aspectos que mostraron estas cifras es el crecimiento constante del índice de envejecimiento entre la población, donde el número de personas sobre 65 años ya empieza a equipararse con los menores de 14 años, un 14% versus un 17,7%, respectivamente.
Esta materia está vinculada con la caída en la tasa de nacimientos, como lo explicó el sociólogo y académico de la Usach, Cristián Parker, quien dijo que estos datos “tienen que ver con la tasa de natalidad que es muy baja. Pero, por otro lado, la esperanza de vida al nacer ha crecido mucho. El número general de la población de tercera edad será cada vez mayor, nuestra planificación de nuestra vida cambia. Si voy a vivir más años, haré más cosas, y eso trae consecuencias cuando el día de mañana haya menos trabajo en la fuerza laboral que sostendrá a esta población mayor”.
Para el docente del Instituto de Estudios Avanzados (IDEA), el impacto es significativo. “Los hijos serán menos, las familias serán más reducidas, familias unipersonales son cada vez mayores. Esto irá evolucionando en nuestras relaciones, sociedad, cultura y en la economía”.
Censo 2024: efectos de la baja tasa de natalidad
El director del Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE) y académico del Instituto de Estudios Avanzados en Educación Universidad de Chile, Juan Pablo Valenzuela, apuntó que esta situación ha hecho que la tasa de crecimiento ronde los 0,8% por año, con más de 1 millón menos de personas de la población estimada previamente para 2024.
“El mayor impacto está en los niños de edad escolar, ya que solo el 17,7% de la población tiene 14 años o menos en 2024, mientras que en 2017 era de 20,1%, esto equivale a que en solo 7 años se redujo el número de niños en esta edad en 260 mil, 7% menos que en 2017”, declaró Valenzuela.
Esto genera “fuertes implicancias para el sistema escolar, en términos del financiamiento -tenemos un financiamiento per cápita por asistencia-, tamaño de la matrícula, la oferta de establecimientos escolares y de la dotación de docentes, educadores y asistentes que requerimos para los jardines y escuelas”.
Este impacto sobre el sistema educacional “será abrupto -pues el descenso en la tasa global de fecundidad se ha reducido rápidamente- y abarcará a todos los niveles educativos, aunque partiendo estos años con mucha más fuerza en sala cuna y jardines infantiles, y luego educación preescolar, básica y media”, expresó.
Hogares unipersonales: la otra consecuencia del envejecimiento de la población
El envejecimiento de la población que mostró el Censo 2024 trajo consigo otro fenómeno: el incremento de los hogares unipersonales.
Esto queda reflejado, por ejemplo, cuando en 1992 los hogares tenían en promedio cuatro personas, mientras que la versión 2024 muestra que el número de personas promedio por hogar es apenas de 2,8 residentes.
Esta disminución se acompaña del aumento en el porcentaje de hogares unipersonales, desde 8,3% en 1992 a 21,8% en 2024 (11,4% en 2002; 17,7% en 2017).
Para Paulina Valenzuela, socia fundadora de Datavoz, “uno de los datos más significativos del Censo 2024 es cómo ha cambiado la estructura de los hogares en los últimos 30 años. Pasamos de un 8,3% a un 21,8% de hogares unipersonales, y eso se cruza directamente con el aumento de hogares conformados exclusivamente por personas mayores”.
A juicio de Valenzuela, estos datos no solo reflejan un fenómeno demográfico, sino que
exigen repensar las políticas urbanas y de vivienda: “El aumento de hogares unipersonales y de adultos mayores también obliga a repensar cómo diseñamos las ciudades y las políticas de vivienda. No es solo que haya más personas mayores, sino que muchas de ellas viven solas. Eso plantea preguntas urgentes sobre aislamiento, cuidados, acceso a servicios, y cómo generamos redes que acompañen ese proceso de envejecimiento sin depender únicamente de la familia tradicional”.