Reforma al sistema político, partidos en descrédito y discolaje: la tormenta perfecta en año electoral
Sólo en Chile Vamos, nueve parlamentarios dejaron la coalición para arribar a otros proyectos de oposición. Este fenómeno, que se ha visto en todo el espectro político —desde el Partido Republicano hasta el oficialismo— ha impulsado el debate de la reforma al sistema político que contiene una norma de pérdida del escaño por renuncia.

Fue un movimiento inesperado, pero que se ha vuelto tendencia en los pasillos del Congreso Nacional. Esta semana, el diputado Álvaro Carter oficializó su salida de la bancada de la UDI para desembarcar en la del Partido Republicano. Tras casi dos periodos en el gremialismo, el menor de los hermanos Carter decidió unirse al proyecto de José Antonio Kast aludiendo a diferencias con Chile Vamos y declaró: “Estoy convencido que desde aquí se crea el futuro para Chile, donde exista una derecha real y no una de cartón”.
Con la salida de Carter, Chile Vamos completó nueve fugas de parlamentarios en el actual periodo legislativo. Demócratas, el Partido Social Cristiano, Nacional Libertarios y, principalmente, el Partido Republicano, fueron los destinos de diputados y senadores que decidieron dejar la coalición.
Pero el fenómeno de parlamentarios renunciando a los partidos por los que fueron elegidos para recalar en otros movimientos no es exclusivo de Chile Vamos. Otras fuerzas, como el Partido De la Gente (PDG) o la Democracia Cristiana (DC) han sufrido esta tendencia que en el último periodo se ha incrementado.
El PDG, por ejemplo, eligió a seis diputados en 2021. Rubén Oyarzo, Gaspar Rivas, Karen Medina, Yovanna Ahumada, Roberto Arroyo y Francisco Pulgar fueron los parlamentarios electos bajo la tutela del partido liderado por Franco Parisi. Hoy, sin embargo, la bancada está desierta y el partido ya no tiene representación en el Congreso.
Un caso similar es el de la DC. En la última elección, el falangismo obtuvo ocho diputados y cinco senadores, pero el quiebre ocurrido en el primer proceso constitucional dejó mermada a la fuerza que alguna vez fue la primera mayoría en el Congreso Nacional. Los diputados Jorge Saffirio, Miguel Ángel Calisto, Joanna Pérez; y los senadores Matías Walker y Ximena Rincón, abandonaron su militancia demócrata cristiana para formar su propio partido, Demócratas.
El oficialismo también ha tenido este tipo de movimientos. La diputada Carolina Tello abandonó el PC -partido por el cual fue electa- y engrosó las filas de la bancada del Frente Amplio apuntando a tener mayor afinidad con el partido del presidente Gabriel Boric.
En el ala de la derecha más dura se registran los constantes movimientos entre el Partido Republicano, el Partido Social Cristiano y el recientemente estrenado Partido Nacional Libertario. Este último, liderado por Johannes Kaiser, cuenta con una bancada de cinco diputados. Además de Kaiser, figuran Gonzalo de la Carrera, Leonidas Romero, Cristóbal Urruticoechea y Gloria Naveillán, todos electos por cupo republicano.
Algo similar ocurre con el Partido Social Crisitano, que recibió en su bancada a Francesca Muñoz, de RN; Roberto Arroyo y Yovanna Ahumada, provenientes del PDG; y a Enrique Lee del PRI.
Todos estos movimientos han puesto en alerta a los partidos y, de hecho, el alza en esta tendencia fue una de las razones para reflotar la propuesta de la Comisión de Expertos, surgida durante el proceso de trabajo del Consejo Constitucional en 2023, que buscaba reducir el “discolaje” a través de la medida de pérdida del escaño por renunciar al partido por el cual se fue electo, a través de una reforma al sistema político.
Qué hacer con los díscolos en el Congreso
La otra norma que apunta a terminar con la fragmentación y poner freno a la proliferación de partidos establecidos en base a la elección de otros es el umbral del 5% para tener representación en la Cámara de Diputados, norma que también fue discutida en la Comisión Experta del segundo proceso constitucional.
Sin embargo, la medida ha perdido fuerza ante la decisión del Gobierno de quitarla de la ecuación en la tramitación que hoy está alojada en el Senado.
Es evidente que en el Senado existe una mayoría para aprobar una norma sana, pero no es tan evidente que en la Cámara existe esa mayoría”, dijo el ministro del Interior, Álvaro Elizalde, sumando que la norma suele aplicarse “donde hay voto lista, y en Chile todavía tenemos el voto de personas”.
A la reflexión de Elizalde se sumó el presidente Gabriel Boric, quien se declaró a favor de la reforma al sistema político pero sinceró que hoy no están los votos para llevar adelante una medida como el umbral: “Yo personalmente creo que es deseable tener un umbral como en otros países. No sé si 5%, se podrá discutir. Pero hoy día en el Parlamento es muy difícil tener esa viabilidad”, dijo el mandatario.
Ante la imposibilidad de establecer el umbral, la norma de pérdida del escaño por renuncia al partido o por desobediencia partidaria es la que asoma como más relevante en la reforma al sistema político que hoy se discute en la Cámara Alta.
Eso sí, hay componentes que hacen dudar sobre la viabilidad de esta norma.
Por un lado, estar en año electoral, época especialmente compleja para “cambiar las reglas del juego” según quiénes se han manifestado en contra de la reforma; y por otra, que los mismos parlamentarios que abandonaron sus partidos deberán legislar sobre una norma que apunta directamente a su actuar.
En entrevista con EL DÍNAMO, el senador y vicepresidente de Demócratas, Matías Walker, se refirió al debate. Consultado por la norma, la cual ha sido utilizada por la DC para apuntar contra su partido, el senador sostuvo que “es una norma obvia si vamos a fortalecer la institucionalidad partidaria”, pero subrayó que se debe dar “en la medida que exista democracia interna dentro de los partidos”.
“A los militantes de la Democracia Cristiana nunca se les preguntó si estaban por el Apruebo o el Rechazo a la propuesta plurinacional y refundacional del año 2022. O sea, si se lo hubieran preguntado a los militantes demócratas cristianos, jamás se hubiera aprobado la opción de votar Apruebo a esa mala propuesta constitucional, por algo los que dirigía al partido en ese momento no le quisieron preguntar a los militantes”, comentó sobre la situación de su colectividad.
El rol de los partidos en un periodo de descrédito
Requerida por EL DÍNAMO, la politóloga Javiera Arce, sostiene que el problema se funda, por una parte, en que en nuestro sistema “las personas son más importantes que las ideas políticas y los partidos. Es decir, los electores se identifican más con una persona que con el partido que está detrás. Y eso es algo que se arrastra desde hace harto, porque en el contexto del sistema binominal no es que esto haya sido distinto. De hecho, era igual o peor, pero no había tanta indisciplina porque no había tanta fragmentación”.
En esa línea, Arce hace especial énfasis en lo que ocurre en la derecha, sector en que se ha visto la mayor cantidad de parlamentarios arribando a nuevas fuerzas políticas en desmedro de los partidos en que militaron gran parte de su vida partidaria.
“En todos los países del mundo donde está creciendo o estamos observando los fenómenos de la derecha radical, estos están creciendo a costa de los partidos tradicionales de derecha. Y en este caso, Evópoli, yo diría, y más que nada RN, han logrado como salvar los muebles, pero la UDI es la que se ve más afectada porque ha aportado la mayor cantidad como de migración hacia el Partido Republicano”, explica Arce.
La problemática, sin embargo, no está radicada sólo en los parlamentarios y cuadros rebeldes, dice Arce, sino también en la lógica de los partidos que atraviesan un periodo de descrédito refrendado por sondeos y estudios que los posicionan entre las instituciones peor evaluadas del país.
“Los partidos se han burocratizado y a la vez se han despolitizado, porque no tienen instancias de diálogo, donde ellos puedan resolver sus controversias. Y eso, por ende, genera una desconexión entre los parlamentarios y los partidos también”, dice Arce.
Y enfatiza: “Es súper complejo que las dinámicas internas se vuelven tan complejas y tan informales que al final la gente pasa como más metida y pendiente de eso que de la función de representación”.
Respecto a la reforma al sistema político, Arce sostiene que “a lo que se apunta es muy complejo que esto tenga como los efectos deseados, pero entre no hacer nada, yo creo que mejor partir por algo. Pero si tú quieres cambiar esto, los partidos tienen que funcionar de otra manera y nadie está mirando los partidos, y son los partidos los responsables de todo esto“.