
“El gobierno continúa reprimiendo y castigando prácticamente cualquier forma de disenso y crítica pública, mientras los cubanos siguen padeciendo una crisis económica severa que afecta sus derechos, incluyendo el acceso a salud y alimentación”.
“Cientos de críticos del gobierno y manifestantes, incluyendo muchos de los que participaron en protestas masivas en julio de 2021, permanecen detenidos arbitrariamente. En 2024, el país vivió oleadas de protestas, que fueron desencadenadas por los apagones, la escasez y el deterioro de las condiciones de vida. Los cubanos siguen abandonando el país en grandes números”.
“Al igual que en años anteriores, las autoridades detuvieron arbitrariamente, acosaron e intimidaron a críticos, activistas independientes y opositores políticos, entre otros. A muchos se les mantuvo incomunicados en diversos momentos. Algunos fueron sometidos a malos tratos y, en algunos casos, a tortura”.
“Tras las protestas de marzo como consecuencia de los cortes de electricidad y la escasez de alimentos, organizaciones de derechos humanos documentaron la detención de al menos 20 personas. En junio, el Grupo de Trabajo de las Naciones Unidas sobre la Detención Arbitraria (GTDA) determinó que la detención de 17 personas tras las protestas de julio de 2021, las más grandes desde la revolución cubana, fue arbitraria. Más de 650 manifestantes, incluyendo más de 40 mujeres, se encuentran entre rejas, según documentaron organizaciones de derechos humanos”.
“En reiteradas ocasiones, la fiscalía acusó penalmente a manifestantes por acciones que constituyen ejercicios legítimos de la libertad de expresión y de asociación como criticar al gobierno en redes sociales o protestar pacíficamente”.
Esos cinco párrafos son sólo el comienzo del reporte de la organización internacional pro defensa de los Derechos Humanos Human Rights Watch, del año 2024, en Cuba.
Esa es información pública. Con unos segundos de búsqueda en internet se le encuentra fácilmente. Claro, lo lógico sería no tener que obligarse a buscar como quien debe sumar pruebas o evidencia para robustecer su caso. Porque hace décadas, todos sabemos del sufrimiento de los cubanos, de la tiranía de los hermanos Castro y compañía, del terror, de la miseria, de los asesinatos, torturas y persecuciones.
Pero este miércoles, en una entrevista de Mónica Rincón a la ex ministra Jeannette Jara, la ahora candidata presidencial comunista, habló como si nada de eso hubiese ocurrido.
“Creo que Cuba tiene un sistema democrático distinto del nuestro”, dijo Jara pese a la insistencia de la periodista de hacerle ver lo evidente: que en Cuba hay una tiranía.
En rigor, lo que hizo Jara fue notificarnos por televisión que la suya es una candidatura meramente testimonial, un saludo a la bandera, que en una primaria de la izquierda aspira con suerte a quedarse con el 5% que suele votar por el Partido Comunista y se solaza al saludar y declarar su admiración a Corea del Norte, Hugo Chávez o Daniel Ortega. La performance televisiva es un acto de transparencia, de admitir que bajo ninguna circunstancia cree que puede llegar a noviembre, a una primera vuelta.
Es una demostración de que sólo quiere hacer campaña, realizar un par de giras por el país, varios puerta a puerta, ir a algunos debates, salir en las noticias, hacerse más conocida y, al final, anunciar su apoyo –seguro que con más de una condición- a quien gane la contienda preliminar de su sector.
Y claro, luego de eso, presionar para quedarse con una postulación al Senado, su mucho más factible y verdadero objetivo.
Porque evidentemente Jara sabe que Cuba es una dictadura. No es una ignorante, no es nada de torpe. De seguro es una buena persona, de seguro tiene buenas intenciones, sabe diferenciar lo que está bien y lo que no, es alguien que debe estar bastante convencida del valor de la libertad, de la convivencia pacífica, del respeto irrestricto a los derechos humanos, y que este disco tan repetido y rayado, pestilente a naftalina, al que le puso play en CNN Chile, culpando “al bloqueo norteamericano” de las penurias y abusos que hace décadas sufren los cubanos, a la hora de reflexionar en soledad, sin cámaras ni micrófonos, le da vergüenza y capaz que pena y arrepentimiento.