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27 de Marzo de 2025

La gran estafa

Da lo mismo, que usted, yo, todos los chilenos financiemos mensualmente más de 20 millones de pesos por parlamentario para costear sueldo, viáticos, gastos y asesores, sobre todo asesores, porque una diputada de la República admite que cuando debaten, legislan y votan, lo hacen sin conocer lo que están discutiendo.

AGENCIA UNO/ARCHIVO.
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Redacción

Juan José Santa Cruz

Empresario y presidente del directorio de Ediciones Giro País SpA.

“A confesión de partes, relevo de pruebas”. Este tan repetido y, si se quiere, manoseado aforismo jurídico nos sirve para entender cómo actúan en política algunos dirigentes del Frente Amplio.

“No fue del todo transparente desde un inicio cómo se dio el debate legislativo. Entonces, el debate legislativo en ese momento fue complejo, no teníamos todas las cartas sobre la mesa”.

No teníamos todas las cartas sobre la mesa. Así, sin sonrojarse, sin arrugarse, la diputada Gael Yeomans, en una entrevista en Emol, con Bárbara Briceño, reconoció que cuando se oponían porfiadamente a la ratificación del TPP-11, lo hacían sin saber por qué lo hacían. Sin entender la razón o los motivos, sólo por joder, porque seguramente creían que sonaba lindo, porque era lo “popular”. Ahí no corrieron o pesaron argumentos de fondo, bien analizados y luego argumentados. No hubo respaldo técnico. No, nada de eso. Sólo infantilismo discursivo y oportunismo.

Y es peor.

 “El debate, como lo vimos en la Cámara de Diputados, y aquí tengo que transparentarlo, en su momento fue inclusive sin informe del tratado mismo, o sea, los parlamentarios que estábamos en la Sala no conocíamos el tratado”.

Listo. Fin. Esas treinta y ocho palabras son el mejor reporte forense para entender la corta historia del frenteamplismo chileno y sus dirigentes.

Sí, usted leyó bien. “Los parlamentarios que estábamos en la Sala no conocíamos el tratado”. NO CONOCÍAMOS EL TRATADO.

No hay mayúsculas más grandes para evidenciar el asombro ante tanta desfachatez.

Da lo mismo, que usted, yo, todos los chilenos financiemos mensualmente más de 20 millones de pesos por parlamentario para costear sueldo, viáticos, gastos y asesores, sobre todo asesores, porque una diputada de la República admite que cuando debaten, legislan y votan, lo hacen sin conocer lo que están discutiendo.

“El TPP-11 considera algunos mínimos derechos laborales. Entre esos mínimos no se encuentran ni las vacaciones, ni el descanso semanal, ni el derecho a huelga, ni el pre y post natal, ni la indemnización por despido. Por lo tanto, de aprobarse, sería un retroceso en materia de derechos laborales”, argumentaba hace unos años el hoy supuesto candidato presidencial del Frente Amplio, diputado Gonzalo Winter.

“Con este tratado las empresas transnacionales podrían demandar a Chile, si es que creamos políticas públicas laborales que, en términos de la empresa, dañen su patrimonio”, reforzaba con vehemencia el diputado Gabriel Boric a su compañere Winter.

Usted conoce el final de esta historia.

Ninguna de las profecías catastróficas ocurrió. Todo lo contrario. Sólo en 2024, el segundo año de aplicación del tratado comercial, los envíos al bloque multilateral superaron los 14 mil millones de dólares.

Pero así son. Al parecer está en su ADN.

Pasó con los retiros de los fondos de pensiones que terminaron por destruir el mercado de capitales local y dispararon la inflación. No hubo ningún parlamentario frenteamplista –partiendo por el diputado Boric- que no fuera advertido de que esta vez sí llegaría el cuco si se impulsaba y apoyaba una y otra vez ese verdadero suicidio económico, pero les dio lo mismo.

Como dice ahora la diputada Yeomans “no conocían” lo que estaban votando o, lo que es peor, les daba lo mismo. Y claro, el cuco llegó, y de forma más terrorífica aún para los más pobres.

También pasó con la rocambolesca promesa del ex ministro Giorgio Jackson, que hacía proselitismo y afirmaba que imponiendo por lo mismo para la jubilación se podía duplicar lo ahorrado. Nuevamente dieron lo mismo los fundamentos técnicos (si es que los había).

Y también pasó con el “Gas a precio justo”. No importó que los números no cuadraran por ninguna parte, había que aparecer en la tele con bufanda y cilindros color rosa. Dio lo mismo, tal como terminó ocurriendo, que la gracia le generara a Enap un millonario daño patrimonial sólo por la versión piloto de la iniciativa.

Si usted se siente estafado, tiene toda la razón.

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