A la altura de las circunstancias
Fue un posteo en su cuenta de la red social X, pero uno puede suponer que mientras lo escribía y luego publicaba, el Presidente Gabriel Boric estaba con el ceño fruncido, con cara de molestia, con actitud de como cuando alguien golpea la mesa con enojo, rabia y frustración.
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“Esto no lo vamos a dejar pasar y vamos a actuar con firmeza frente a las empresas que no han estado a la altura de las circunstancias”.
Fue un posteo en su cuenta de la red social X, pero uno puede suponer que mientras lo escribía y luego publicaba, el Presidente Gabriel Boric estaba con el ceño fruncido, con cara de molestia, con actitud de como cuando alguien golpea la mesa con enojo, rabia y frustración.
Por cierto que no es primera vez –y de seguro no será la última- que el Mandatario busca impostar firmeza en sus intervenciones. “Vamos a ser unos perros, vamos a ser unos perros en la persecución de la delincuencia”. “Los vamos a perseguir por cielo, mar y tierra”. Y claro, antes de llegar a La Moneda, su penosamente célebre “Señor Piñera, está avisado lo vamos a perseguir en tribunales internacionales”.
Esta vez –aunque no lo dijo- el destinatario de su encono fue ISA Interchile (de capitales colombianos), la empresa encargada de la línea de transmisión eléctrica Nueva Maitencillo-Nueva Pan de Azúcar, ubicada entre Vallenar y Coquimbo, cuya falla provocó el masivo corte de luz del pasado martes.
Evidentemente que si hay errores en la gestión de la empresa transmisora, deberá responder de acuerdo a lo establece nuestra legislación, eso no debe ponerse en duda bajo ninguna circunstancia.
Pero, despejado eso, más importante aún y lo que realmente debería preocupar al Presidente y generarle genuina molestia, es el estado de avance de proyectos que aumenten nuestra generación energética y la seguridad de su distribución.
Porque fallas en los sistemas de distribución siempre puede haber, ya sea por dolo (atentados, por ejemplo) por yerros humanos o técnicos o por catástrofes naturales, tan frecuentes en Chile.
Y claro, el panorama en términos de avanzar en la infraestructura de respaldo o complementaria es casi tan oscuro como la noche del martes.
Algunos ejemplos. En octubre de 2021, el Coordinador Eléctrico Nacional inició la licitación del proyecto Kimal –Lo Aguirre, con una inversión de más de US$ 1.500 millones y que contempla atravesar cinco regiones desde la de Antofagasta a la Metropolitana, para transmitir principalmente energía renovable que hoy no tiene por dónde ser conducida.
Serán más de 1.300 kilómetros de línea y podrán transmitir nada más y nada menos que un cuarto de la demanda máxima diaria del Sistema Eléctrico Nacional. A todas luces, un gran y necesario proyecto.
Pero, a cuatro años y medio de adjudicado, aún no se puede iniciar su construcción. ¿La razón? Usted la sabe: la extensa lista de trámites que la burocracia gubernamental impone a la inversión privada en Chile. Y ojo, no se trata de que haya que saltarse la fila, pero que sí, sobre todo en ámbitos estratégicos como éste, avance mucho más rápido.
Si finalmente se aprueba la construcción –algo que en el sector eléctrico estiman para este año o más tardar el próximo- Kimal-Lo Aguirre recién podrá entrar en operaciones, en el mejor de los casos y cruzando los dedos para que ninguna ONGo activistas saquen un conejo del sombrero, en 2029. Es decir, como país nos damos el lujo de tomarnos casi nueve años en concretar algo que evidentemente es urgente.
Otro ejemplo: A comienzos del año pasado, el temido Servicio de Evaluación Ambiental rechazó el proyecto de Transmisión Eléctrica Itahue-Hualqui, de una inversión de US$ 324 millones y el segundo más importante después de Kimal-Lo Aguirre. Y lo hizo luego de largos cuatro años de tramitación. Sí, ¡48 meses!
Al igual que Kimal-Lo Aguirre, el proyecto transmitiría, fundamentalmente, energía limpia y más barata, robusteciendo la red de transmisión nacional.
El Presidente tiene toda la razón en enojarse. Hay que saber estar a la altura de las circunstancias.