La dictadura de Maduro es inhumana. Los latinoamericanos pudieron ver al líder autoritario usurpador festinar con la quema de camiones con ayuda humanitaria. Ahora bien, cuando se produzca, más temprano que tarde, la caída definitiva del régimen dictatorial en Venezuela, Maduro habrá dejado un legado: los conceptos de dictadura e izquierda estarán de ahora en adelante asociados en el imaginario popular en nuestra región.
La ciudadanía ha observado como el socialismo del siglo XXI destruyó un país entero como Venezuela, generando una crisis humanitaria regional. Ello, ante la mirada pasiva y la desidia de una parte de la izquierda chilena que anda más preocupada de dictar clases de política exterior mientras los venezolanos se mueren por no tener acceso a alimentos y medicinas.
Otra parte de la izquierda, por su parte, derechamente apoya a Maduro. Ahí están el Partido Comunista y el Frente Patriótico, entre otros, que se manifestaron el sábado a favor de la dictadura usurpadora en el frontis de la embajada de Venezuela en Santiago. Paradojas de la vida, ello ocurría en esa misma sede diplomática que sirvió de refugio a perseguidos por la dictadura de Pinochet décadas atrás.
El legado de Maduro será quitarle a la izquierda su autoridad en materia de DD.HH y defensa de la democracia. Es de esperar que pronto la izquierda democrática de nuestro país se sume sin objeciones a la causa por la libertad en Venezuela. Las dictaduras pueden ser de cualquier color. Es tarea de todos rechazar los regímenes no democráticos en nuestra región. Esa es la política de Estado que promueve el gobierno de Sebastián Piñera y a la que todos se deberían sumar.
